Si ponemos la vista atrás y nos remontamos a principios de este siglo, podemos observar cómo el mundo ha ido cambiando, convirtiéndonos en una sociedad cada vez más conectada, globalizada, culturizada y sobre todo exigente.
A lo largo de la historia, los hábitos alimentarios han ido cambiando, permitiendo el correcto desarrollo evolutivo del ser humano tanto a nivel físico como mental, lo que ha derivado en la gran variedad de productos y de alimentos disponibles hoy en día y en la posibilidad de obtenerlos a un solo clic.
En mi anterior post, –puedes consultarlo aquí- hablo del origen de este certificado, cuyo fundamento son las Leyes de la Torá y la religión judía. Es cierto que las personas que profesan dicha Fe son los principales demandantes de este sello alimentario, pero nichos de mercado en pleno auge como las personas vegetarianas, veganas o intolerantes a cierto tipo de alimentos investigan y buscan el certificado Kosher en los lineales de los supermercados, sello que les garantiza un producto limpio, puro y sano por el que están dispuestos a pagar un precio mayor.

En la imagen se pueden observar algunos de estos sellos, que aparecen impresos en la información alimentaria de los comestibles. El sello Kosher garantiza que el producto ha sido fabricado bajo estándares muy estrictos que cumplen con las Leyes Kashrut.
¿Qué significa para una empresa tener el sello Kosher?
En términos cuantitativos, supone el acceso a un mercado con un ritmo de crecimiento cercano al 10% anual, derivado de las nuevas necesidades y exigencias de los consumidores, cuyas cifras son cercanas a los 43.000 millones de euros en exportaciones; en términos cualitativos, los beneficios se derivan de la imagen de marca, así como el reflejo de una empresa que respeta la tradición, la cultura y la atención de la sociedad.
El sello Kosher garantiza que el producto ha sido fabricado bajo estándares muy estrictos que cumplen con las Leyes Kashrut.